Ayer, día 7 de noviembre de 2010 fue una fecha memorable. A las 8 de la mañana subia las escaleras del metro en la parada "Monumental". Me sorprendió la multitud de gentes que estaban en la calle, las grandes pantalls en los camiones de la calle Marina, las banderitas, la alegría de todos.
En una de las puertas de entradas a la plaza me esperaba Vero, profe de religió de un IES de Barcelona. Me entregó el pase y junto a un grupito de alumnos entramos en la plaza. Nos sentamos y poco a poco se fue llenando de gentes mirando la gran pantalla que teníamos en un lado de la grada. Llegó Laura con la guitarra y cantamos varias canciones animando el ambiente que nos rodeaba. Poco a poco los asientos se fueron ocupando y la emoción nos unía a todos. 150 voluntarios, con su amabilidad se hacían visibles con su anorach azul acompañando e informando. Los aplausos y la participación en la "ola" animó durante toda la mañana a la multitud.
La emoción se hizo manifiesta durante todoa la Celebración de la Consgración del templo de Gaudí en la Eucaristía. El librito que nos dieron tenía los textos y la música de todo en los tres idiomas: catalán, castellano y latín. Un signo más de la universalidad de la fe confesada y celebrada en aquel templo magnífico que veíamos en la pantalla y el templo vivo de la Iglesia congregada que éramos nosotros, los que estaban en la calle, los que lo veían en la tele de sus casas, los que tenían el privilegio de estar en el interior de la Basílica proyectada por Gaudí y bendecida por el Papa, sucesor de Pedro. Un templo tan bello, que deja sin aliento al contemplar la armonía y la luz que entran por sus ventanales. La esbeltez de sus 52 columnas, el coro que casi "colgado" del cielo nos ofrecía el canto tan bello y participado por el pueblo, las vidrieras, todo lo que la estupenda realización de la televisión nos ofrecieron, fue para mi una bendición. Agradecí a Dios el don de la fe, el don de vivir esta mañana del 7 de noviembre con el pueblo creyente de mil modos, el don de la vida abierta a la luz transcendente. Una luz que sobrepasa la materialidad del tiempo, lo material, lo que sentimos y gustamos. Esta opción de creer es la maravilla. Creo que eso es lo que empujó a Gaudí a sobrepasar lo que parece casi imposible. Una belleza fruto de la conjugación de la matemática, la arimética, la piedra y la inteligencia del hombre con su esfuerzo y su constancia. La colaboración y la apertura entre todos los ámbitos de la relación humana con la naturaleza respetándola y cuidando lo que Dios creó. "Todo lo puso bajo sus pies" (Sal 8). "Dominad la tierra" (Gn 1,28).
Gracias a Gaudí y a miles de personas que han aportado su granito de arena en lograr la celebración que contemplamos ayer. San José nos siga ayudando y acompañando en toda obra buena y que los pobres sigan siendo amados y acogidos para que las piedras de la bella basílica, nos empujen a acoger a las piedras vivas de las personas más débiles y necesitadas. Juntos andemos, Señor, decía Santa Teresa.
El cúmulo de vivencias vividas ayer, todas positivas y constructivas, muestran el poder de la fe que congrega y empuja a ser constructivos de buenas relaciones y colaboradores en las empresas que nos ayuden a trabajar por querer ser cada día con un plus mayor de bondad y de bien.